El tumor puede originarse en el cerebro mismo o provenir de otra parte del cuerpo y viajar al cerebro (metástasis).
Un tumor benigno no contiene células cancerosas y, generalmente, una vez retirado, no vuelva a ocurrir. La mayoría de los tumores cerebrales benignos no invaden el tejido circundante. Los tumores cerebrales malignos contienen células cancerosas. Los tumores cerebrales malignos generalmente crecen rápidamente e invaden el tejido circundante. Estos tumores suelen diseminarse a otras áreas del cuerpo, pero pueden reaparecer después del tratamiento.
Los tumores cerebrales metastásicos son tumores que comienzan a crecer en otra parte del cuerpo y después se diseminan al cerebro a través del torrente sanguíneo. Los tipos comunes de cáncer que viajan al cerebro incluyen el cáncer de pulmón, cáncer de mama, el melanoma (un tipo de cáncer de piel ) y el cáncer de colon.
Los médicos no conocen la causa de la mayoría de los tumores cerebrales en adultos, y hay pocos factores de riesgo conocidos.
Si se sospecha de un tumor cerebral, el médico puede realizar procedimientos tales como tomografías, resonancias magnéticas, radiografías o biopsias para hacer un diagnóstico. El diagnóstico de un tumor cerebral depende fundamentalmente de los tipos de células implicadas y la ubicación del tumor.
La cirugía es normalmente el primer paso en el tratamiento de tumores cerebrales. El objetivo es eliminar la mayor cantidad de tumor posible manteniendo al mismo tiempo la función neurológica. Una biopsia también se realiza para examinar los tipos de células del tumor y realizar un diagnóstico. Esto se suele hacer cuando el tumor se encuentra en un área con estructuras sensibles que pueden dañarse al extraerlo.
Otros tratamientos pueden incluir quimioterapia, terapia de radiación, esteroides (para tratar y prevenir la inflamación en el cerebro); Medicamentos anticonvulsivos (para tratar y prevenir las convulsiones asociadas con la presión intracraneal), rehabilitación (para recuperar las capacidades motoras y la fuerza muscular perdidas); antibióticos (para tratar y prevenir las infecciones), y la atención de seguimiento continuo (para controlar la enfermedad, detectar reapariciones del tumor y controlar los efectos tardíos del tratamiento).
El pronóstico depende en gran medida de todo lo siguiente:
Tipo de tumor
Gravedad de la enfermedad
El tamaño y la ubicación del tumor
Presencia o ausencia de metástasis
La respuesta del tumor a la terapia
Su edad, su estado general de salud y su historia médica
Su tolerancia a determinados medicamentos, procedimientos o terapias
Nuevos acontecimientos en el tratamiento
Al igual que con cualquier tipo de cáncer, el pronóstico y la supervivencia a largo plazo pueden variar mucho de persona a persona. La atención médica inmediata y una terapia agresiva contribuyen a un mejor pronóstico. Continua atención de seguimiento es esencial para una persona diagnosticada con un tumor cerebral. Los efectos secundarios de la radiación y la quimioterapia, así como segundas neoplasias malignas, pueden presentarse en los supervivientes de tumores cerebrales.